Enroscados en una espiral mágica.
Los impulsos de mi médula divididos en dos perfectas mitades,
la que da y la que recibe.
Los cinco sentidos…y hasta el sexto, alerta.
Los latidos, aumentando.
El corazón sacudiendo sangre sin pausa,
hacia arriba y hacia abajo.
Olores, sabores… una vista privilegiada.
Escudriñando hasta el último milímetro minuciosamente.
Primero, con lentitud y delicadeza, acompasando los ritmos.
Más tarde…rapidez e intensidad.
Ya no sé donde me encuentro, los sentidos se aúnan.
Dos pieles que se funden y, al unísono, desaparecen,
Es nuestro momento. Quejidos que escapan, rigidez, luz.
Paz, calma, nada.