Me acuerdo de un concierto en el Palacio de la música. Uno de los pocos conciertos de música clásica a los que he asistido. La orquesta perfectamente ordenada, el director, dándonos la espalda y moviendo profesionalmente su batuta, inicia la representación. Todo es armonía, ritmo, melodía.
Las notas suenan al unísono como en una sinfonía, pero algo sobresale, algo sucede, algo destaca. Me pregunto si el resto de la audiencia también lo ve.
A la izquierda de la orquesta, en la segunda fila de la misma donde se encuentran los instrumentos de cuerda, una luz resplandece como si del aura se tratase.
Hay un ser iluminado; una chica tocando el violín. Pero no está tocando, no simplemente tocando. Está realizando un acto de amor. Amor y arte, arte y amor.
Transpira y comunica una silenciosa y eterna sensación de paz. Ama a su violín, ama a sus compañeros de orquesta, ama al resto de la creación.
Se ama a sí misma. Es…inmensamente feliz.
¡¡guai ..muy guai xavier !! como acabara esto?….
Si te refieres a los relatos…espero que no se acaben nunca. Si te refieres a este. es una reflexión determinada sobre algo que sentí.