El intercomunicador estelar se iluminaba de nuevo.
?J243 programado para la emoción, se sobresaltó.
Hacía mucho que no recibía noticias de esa parte de la galaxia.
No había duda, ?A654 estaba en línea.
El teclado laser virtual se proyectó, al detectar la intención de escribir, sobre la tabla de interacción al lado del cuadro de mandos integral.
Sin dudar demasiado, activó el emisor y saludó, tímidamente.
De manera sorprendente…o no, recibió respuesta inmediata.
Los textos se proyectaban en la pantalla de cristal líquido que emergía de la parte derecha del módulo de control.
Algunas frases de identificación… no era necesario.
Tras el reconocimiento, los mensajes transcurren, en primer lugar, de forma banal alrededor de las dificultades del tránsito interestelar y los problemas con la comunidad de control de las repúblicas. Dura poco.
De inmediato surgen recuerdos de proyectos comunes y momentos en los que ambos eran reiniciados y reprogramados para misiones totalmente desconocidas. Momentos en los que, en dispares lugares de la Galaxia, coincidieron.
La comunicación se iba tornando más intimista, cada vez cargada de mayor complicidad. Era lógico, era inevitable, a ninguno les extrañó. Hacía ya mucho que la conexión era más que evidente.
La ternura…, sí. Tan escasa en aquél entorno pero impresa y programada en cada uno de sus chips, fluía de manera natural.
De repente, la conexión era máxima y en aquél preciso instante… su libertad también.
El deseo de unión, perpetua, afloró como había sucedido tantas veces entre aquellos dos dispositivos que tan fielmente reproducían hasta el más milimétrico detalle humano. (Incluso se diría que en algún aspecto, a quien fuera que los programase, se le fue la mano con la euforia… o la pasión)
Melancolía y necesidad de volver a reencontrarse reinaban en los inmediatos mensajes que ya se sucedían encadenadamente.
-Basta! Deberíamos interrumpir aquí la comunicación-
-No, he de decirte la descarga de neurocelular que se produce en mis conexiones integradas al imaginar…..
……
– mis labios posándose en los tuyos. … No he de decírtelo. Lo sabes…. Y lo deseo-.
-No puedo negarte cómo lo deseo yo también, y como imagino los tuyos deslizándose bajo los míos, ….
…
-Y más abajo-
De repente, sin estar planificado, previsto…ni tan siquiera pensado…
Los dedos de él empezaron a desplazarse sobre los símbolos del teclado como poseídos por un deseo incontenible, quizás hasta inconfesable.
Empezaron a brotar letras…palabras, desde lo más profundo de su ser. No era él quien escribía. No había pausas, no esperaba respuesta.
De manera incontrolada, el tono iba aumentando la temperatura, ¿estaban programados para eso?, ¡que importaba!, sus células, habiéndose desarrollado orientadas a las emociones, habiendo aprendido quizás del libre albedrío, hacían su trabajo. Caricias, cuello, labios, besos, roces, lenguas….
Escritura veloz…
Los dedos corrían. No podían parar. Mensajes interrumpidos únicamente de manera esporádica por un ¡Ahhhh! ,o un ¡sigue! que ella, torpemente, acertaba a teclear.
Nada podía pararlo ahora. Era superior a su voluntad. Frases cada vez más obscenas, más cargadas de fuego, manaban de sus dedos.
Lo que haría por su dorso, por su cintura, por sus muslos, por su sexo… Lo que él le pediría…
Los dedos de ella también se deslizaban, …pero ya no por el teclado.
Ella leía, sentía, se excitaba…como si de una presencia física y palpable se tratase.
Sin saber por qué, él percibía perfectamente que todo aquél voluptuoso torbellino le llegaba a ella cargado con la misma intensidad con la que la más íntima parte de su alma, lo transcribía en aquella pantalla. No pensaba…no veía lo que escribía. Tan solo, transmitía…
Se acerca el final… el número de pulsaciones por minuto es irracional. Hubiese ganado un concurso estelar de velocidad de transmisión.
Él continúa llevándola hasta el final, exhausto, con todo detalle, sin pudor… como a ellos dos les gustaba.
-¡Ahhhh! ¡Siiiii !-
Ella experimenta un profundo clímax como jamás hubiera imaginado que un medio remoto pudiera llegar a producirle…
Él llora. Su «razón» no alcanza a comprender lo que ha sucedido.