Con el tiempo comprendí
Que es mejor decir lo que piensas y actuar en consecuencia
Que muchas cosas que decía mi madre eran útiles y yo, al cabo de los años las repetiría.
Que muchas cosas que decía mi padre eran útiles yo, al cabo de los años las repetiría.
Aprendí que nadie está condenado a repetir vidas y errores de sus antepasados.
Que la paciencia y la reflexión son un arte y que la precipitación y el deseo infantil no son el todo, el fin.
Que el verdadero sentido de la vida es “sentir” la vida.
Que conformarse no es la respuesta; que hay momentos en los que hay que luchar y momentos en los que hay que dejarse llevar. Fluir.
Que el dolor es inevitable y el sufrimiento opcional.
Que hacer lo que a uno le gusta, “tenga tiempo o no”, es obligatorio
Que gritar no lleva a ningún sitio
Que una sonrisa siempre es ganadora
Que ayudar, te llena y que amar es imprescindible.
Que intentar ayudar a quien no quiere ser ayudado, puede ser destructivo
Que confiar en las personas te hará más feliz, pero también te aportará, de vez en cuando, amargas decepciones.
Todo esto y muchas cosas más las aprendí con el tiempo. A veces me empeño y mi testarudez no tiene límite al intentar que tú, te ahorres ese tiempo.
Hoy sólo puedo decir, se tú y no lo que los demás quieren que seas. Di lo que vayas a hacer, haz lo que digas. Sé y haz.
Ayuda, si puedes; y comprende, si no puedes.
Pero sobre todo, no dejes que nadie te haga sentir solo o inferior
Como ser humano eres grande e imperfectamente perfecto y el resto… con el tiempo lo aprenderás.
Amemos y demos sentido y contenido a esta vida, maravilla finita y que, hasta que se demuestre lo contrario, solo nos toca una por cabeza… (Aunque nunca se sabe)